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Analogías entre empresas menoscabadas y líderes ciegos de orgullo

Recuerdo que hace un tiempo trabajé en una compañía durante casi dos años. Esa compañía era contratista de una importante empresa de telefonía celular en Venezuela y en mi departamento se encargaban de medir varios indicadores concernientes a la calidad de servicio de la empresa y sus niveles de gestión en diversos procesos. En fin, el asunto es que, no pude evitar pensar en eso cuando puse en perspectiva la situación de la empresa y ver un poco reflejada en ella la situación del país.


Recuerdo haber llegado a la empresa con muchísimas expectativas. Trabajaba en un bonito edificio y tenia un carnet que servía como pase para abrir la puerta. Debía ir muy arreglada -pues eran las normas de etiqueta de la empresa- y tenía mi propio cubículo con mi propio gavetero e incluso una computadora con dos monitores enormes para poder trabajar. Para mi, que era mi primer trabajo como un flamante ingeniero de la República, era lo máximo tener ese espacio con un trocito de corcho donde poner una fotito que me llevé de mi familia (soy muy apegada a ellos) y un taquito con papelitos adhesivos para tomar notas.

Era muy feliz en mi trabajo y el ambiente era asombroso. De hecho, en esa oficina nació una de las amistades más preciadas que tengo e incluso varios de los que ahora considero grandiosos profesionales. Pero luego de mudarnos a otra oficina, incluso antes, las cosas comenzaron a... tornarse un poco raras.

Recuerdo que días después de llegar renunció uno de mis compañeros, había conseguido trabajo en otra contratista que le pagaría el doble de lo que nos pagaban a nosotros allí. Recuerdo que eso trajo una polémica por los salarios, que sí, eran bastante bajos comparados con los del personal fijo en la empresa e incluso con otras empresas del mismo rubro, pero supuse que era algo que se solucionaría pronto. Luego renunció otro, luego otro y luego otro hasta el punto que en un mes habían renunciado 4 o 5 personas; todas por el tema de los salarios, todas se fueron a otras empresas que les pagarían mejor, que les ayudarían a tener mejor calidad de vida. 

Luego de eso tuvimos una reunión, la líder del proyecto se reunió con nosotros y escuchó nuestras quejas, yo quería mudarme a una residencia donde pudiese tener privacidad e irme del pequeño apartamento de mi tía donde vivía restándole espacio. Le manifesté que con ese sueldo no podía y que eso, aunque mi trabajo me gustaba, significaba un problema porque me impedía independizarme que fue a lo que llegué a Caracas precisamente. Después de esa reunión se nos prometió un aumentó en cuanto la empresa a la que le prestábamos el servicio lo renovara. Recibimos el aumento, pero solo pasamos de 3500 a 5000 Bolívares. Renunciaron 4 personas más.

La empresa empezó a perder proyectos. Recuerdo aquel día triste en que todo un departamento (aproximadamente unas  10 personas) fueron despedidas. Yo miraba con impotencia como recogían sus cosas y se iban así, sin que la empresa siquiera se disculpase, o acaso les avisase con tiempo para que buscaran a donde ir... se quedaron sin trabajo.

Luego vi que renunciaban mas personas en mi departamento; aquellas que ingresaron para remplazar a quienes se fueron en Abril se iban en Agosto; otros (muy pocos) fueron absorbidos por la compañía a la que le servíamos. Otros se iban a la competencia, otros volvían al interior del país, frustrados porque lo que ganaban en Caracas podían ganarlo en su pueblito haciendo cualquier cosa.

Nos mudamos de oficina, a una más pequeña donde nos prometieron que todo mejoraría, entre eso pues los salarios. Hicieron otro aumento, esta vez de 5000 a 9500. Se fueron 5 personas en dos semanas, solo en mi departamento. Recuerdo la rabieta de la líder de proyectos diciendo que no teníamos sentido de pertenencia, que no queríamos a la empresa, que ésta nos entrenaba para servirle luego a la competencia. Recuerdo a mi jefa, la coordinadora del departamento, decirle que no era el ambiente, menos el trabajo, eran los salarios los que hacían que la gente se fuera, que "huyera" como decía la líder. Que hicieran un aumento cónsono a la situación del país y nadie más se iría. No hubo tal aumento.

Ayer volví a visitar esa empresa, y quedan solo unos 5-6 empleados, de casi 30 que habían cuando me fui. La líder de la que les hablé fue despedida y ahora le toca a la presidenta -sola- y una de las gerentes, recuperar los pedazos. Han establecido puntos de partida bastante positivos, empezando por un salario decente. Pero tienen que reconstruir su reputación, su seriedad y recuperar personal si se quieren levantar.

Lo que quiero ilustrarles con esto, es que esa empresa donde trabajé, me recordó mucho a la situación de Venezuela, un líder (o pseudo-líder, eso no es lo que discutimos), que no quiere escuchar a sus colaboradores, a la gente que le ayuda a producir. Que no hace cambios incluso cuando observa que todo el personal capacitado y talentoso que tiene se va... porque simplemente no ve mejoras, no puede tener calidad de vida. Encontré muchos puntos en común; departamentos que se van, personas que renuncian y se van a otras empresas, pero también vi gente que luchó hasta donde pudo y fueron los primeros que recibieron su merecido por su lucha. Ahora tienen los cargos más importantes y son los que mejor salario y beneficios tienen,

Quiero pensar, que al igual que esa empresa, Venezuela podrá recuperarse poco a poco, que todos aquellos que se fueron del país buscando como vivir mejor puedan volver y que aquellos que resistan hasta que la tormenta pase, porque tiene que pasar, reciban su medalla de honor por resistir . Quizás en esa forma un poco lenta, pero bastante oportuna a la vez, que tiene la vida de recompensarnos por esas cosas que hicimos bien hechas, con amor y paciencia... pero sobre todo, con honestidad.

Quiero creer, que al igual que esa empresa donde trabajé, mi país saldrá de ese liderazgo que solo da largas al asunto y pone pañitos de agua caliente esperando que el problema de raíz, ese que no quieren mirar, al igual que los salarios en mi empresa, no estalle en su cara, mientras siguen dejando que su orgullo rija sus decisiones, solo por no admitir que se equivocaron.

Pero hasta entonces, habrán quienes se vayan a otros países buscando mejoras... y habrán quienes se queden luchando sin desmayar, sin perder la fé... esperando.

Kuro!



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