Lo que sucedió en Orlando la mañana del domingo pasado parece un horroroso recordatorio de lo terrible que puede ser alguien cuando la frustración se junta con la intolerancia. Pero más allá de eso es una oportunidad para algunos venezolanos de lucirse en las redes sociales con una ausencia de empatía tan indignante como vomitiva.
Últimamente pareciera que el mundo está revuelto. No solo Venezuela sino muchos países del mundo viven tragedias constantemente. Antes de lo ocurrido en Orlando, vimos el terremoto en Ecuador, o los atentados en Bélgica, murieron periodistas en México y mataron a cientos de estudiantes universitarios en Kenya. Eso sin evadir lo que sucede en la franja de Gaza, Siria, Palestina, Sudáfrica o Caracas, pero el venezolano promedio parece tener una especie de fijación que le mantiene en la idea que el único país donde ocurren tragedias es Venezuela y que el resto del mundo no debe importarnos en lo absoluto.
Habían pasado apenas unas horas de lo ocurrido en Orlando cuando se había convertido en una especie de plegaria global. Muchos se compadecieron de los 50 seres humanos masacrados en la mayor matanza en la historia de Estados Unidos de América, las redes sociales se llenaron de personas condolidas, profundamente impactadas porque alguien simplemente abrió fuego en una discoteca llena de gente cuyo mayor pecado era simplemente amar a personas de su mismo sexo. Entonces, en Venezuela, comenzaron los hater de oficio, los antipáticos, esos que en mi tierra llamamos los intensos, a decir que dejáramos la farándula, que en Venezuela muere más gente a diario, que aquí estamos peor, que no hay comida... que teníamos una falta de nacionalismo, de prioridades... que éramos unos bobos y unos "faranduleros urgidos de atención".
Este artículo no es para explicar porqué lo de Orlando me desconcertó, ni tampoco para justificarme, ni mucho menos para decir que en Venezuela no pasa nada; es simplemente para hacer catarsis, para drenar el disgusto que me causa que el venezolano sea tan... imbécil, a veces, con las desgracias del resto de la humanidad. Como si nuestros problemas son los únicos que importan y por los que el mundo debería condolerse.
Y no estoy generalizando, si usted es uno de esos venezolanos que llama farandulero a otro que se siente impactado por algo que ocurrió del otro lado del mundo, usted es un idiota y si quiere insultarme, hágalo, pero no se le quitará lo insensible y lo idiota. Si usted no lo es, pase de largo y lea otro artículo, esto no es con usted.
Lamentablemente, yo no sé si ha sido siempre o solo ha sido desde hace 17 años, siento que el venezolano ha generado una especie de nacionalismo dañino que de paso es extremista y cruel. Nos creemos los mejores en todo, hasta en tragedias. Creemos que la crisis que atravesamos es la única que ha vivido cualquier país del mundo y que los habitantes de nuestro país tienen absolutamente prohibido sentir pena o indignación ante cualquier otra cosa horrible que pase en el mundo.
Creo que es un poco intolerante de mi parte decir esto, pero eliminé a muchas personas de mis redes sociales por esta misma razón. El venezolano en general (más si ha llevado al extremismo una ideología política) tiende a ser un poco egoísta o mezquino últimamente; sé que es una consecuencia intrínseca a la crisis y es un síntoma de la desesperación, pero es que me ha tocado leer cada despropósito.
Sí, está un poco mal que los medios den protagonismo a ciertas tragedias por encima de otras (lo que ocurrió en Bélgica contra lo que ocurre en Siria por ejemplo); pero ese pensamiento esnobista y odioso que manifiestan algunos en sus redes parece más bien una falta de humanidad enorme, una falta de espíritu, una profunda... rabia.
Yo lo percibo como una nube tóxica horrible que nos tiene ciegos, como un comportamiento típico de adolescente que piensa que sus problemas son los únicos del mundo y que los demás no merecen importancia. No estoy diciendo con esto que los problemas en Venezuela no merecen respuesta de sus propios habitantes que son los más afectados, pero tampoco asumiremos la actitud extremista que solamente nuestros problemas importan, que no nos vamos a solidarizar con las tragedias del resto del mundo, porque, al menos, aquí nadie se ha metido a un restaurante o estadio a volarse en pedazos llevándose a mil personas más consigo.
Creo que al venezolano le hace falta empatía, no solo hacia sus coterráneos, sino hacia sus hermanos del resto del globo. Y eso mismo, esa falta de solidaridad, de hermandad es la que está destruyéndonos... si no nos caló muy hondo destruyéndonos ya.
Últimamente pareciera que el mundo está revuelto. No solo Venezuela sino muchos países del mundo viven tragedias constantemente. Antes de lo ocurrido en Orlando, vimos el terremoto en Ecuador, o los atentados en Bélgica, murieron periodistas en México y mataron a cientos de estudiantes universitarios en Kenya. Eso sin evadir lo que sucede en la franja de Gaza, Siria, Palestina, Sudáfrica o Caracas, pero el venezolano promedio parece tener una especie de fijación que le mantiene en la idea que el único país donde ocurren tragedias es Venezuela y que el resto del mundo no debe importarnos en lo absoluto.
Habían pasado apenas unas horas de lo ocurrido en Orlando cuando se había convertido en una especie de plegaria global. Muchos se compadecieron de los 50 seres humanos masacrados en la mayor matanza en la historia de Estados Unidos de América, las redes sociales se llenaron de personas condolidas, profundamente impactadas porque alguien simplemente abrió fuego en una discoteca llena de gente cuyo mayor pecado era simplemente amar a personas de su mismo sexo. Entonces, en Venezuela, comenzaron los hater de oficio, los antipáticos, esos que en mi tierra llamamos los intensos, a decir que dejáramos la farándula, que en Venezuela muere más gente a diario, que aquí estamos peor, que no hay comida... que teníamos una falta de nacionalismo, de prioridades... que éramos unos bobos y unos "faranduleros urgidos de atención".
Este artículo no es para explicar porqué lo de Orlando me desconcertó, ni tampoco para justificarme, ni mucho menos para decir que en Venezuela no pasa nada; es simplemente para hacer catarsis, para drenar el disgusto que me causa que el venezolano sea tan... imbécil, a veces, con las desgracias del resto de la humanidad. Como si nuestros problemas son los únicos que importan y por los que el mundo debería condolerse.
Y no estoy generalizando, si usted es uno de esos venezolanos que llama farandulero a otro que se siente impactado por algo que ocurrió del otro lado del mundo, usted es un idiota y si quiere insultarme, hágalo, pero no se le quitará lo insensible y lo idiota. Si usted no lo es, pase de largo y lea otro artículo, esto no es con usted.
Lamentablemente, yo no sé si ha sido siempre o solo ha sido desde hace 17 años, siento que el venezolano ha generado una especie de nacionalismo dañino que de paso es extremista y cruel. Nos creemos los mejores en todo, hasta en tragedias. Creemos que la crisis que atravesamos es la única que ha vivido cualquier país del mundo y que los habitantes de nuestro país tienen absolutamente prohibido sentir pena o indignación ante cualquier otra cosa horrible que pase en el mundo.
Creo que es un poco intolerante de mi parte decir esto, pero eliminé a muchas personas de mis redes sociales por esta misma razón. El venezolano en general (más si ha llevado al extremismo una ideología política) tiende a ser un poco egoísta o mezquino últimamente; sé que es una consecuencia intrínseca a la crisis y es un síntoma de la desesperación, pero es que me ha tocado leer cada despropósito.
Sí, está un poco mal que los medios den protagonismo a ciertas tragedias por encima de otras (lo que ocurrió en Bélgica contra lo que ocurre en Siria por ejemplo); pero ese pensamiento esnobista y odioso que manifiestan algunos en sus redes parece más bien una falta de humanidad enorme, una falta de espíritu, una profunda... rabia.
Yo lo percibo como una nube tóxica horrible que nos tiene ciegos, como un comportamiento típico de adolescente que piensa que sus problemas son los únicos del mundo y que los demás no merecen importancia. No estoy diciendo con esto que los problemas en Venezuela no merecen respuesta de sus propios habitantes que son los más afectados, pero tampoco asumiremos la actitud extremista que solamente nuestros problemas importan, que no nos vamos a solidarizar con las tragedias del resto del mundo, porque, al menos, aquí nadie se ha metido a un restaurante o estadio a volarse en pedazos llevándose a mil personas más consigo.
Creo que al venezolano le hace falta empatía, no solo hacia sus coterráneos, sino hacia sus hermanos del resto del globo. Y eso mismo, esa falta de solidaridad, de hermandad es la que está destruyéndonos... si no nos caló muy hondo destruyéndonos ya.
Kuro!
Estoy de acuerdo contigo y agregaría un adjetivo adicional para este "tipo" de venezolano, y es egocentrico, efectivamente creen que si situación es peor que la de todo el mundo y que el mundo gira alrededor de ello. Particularmente lo he vivivo mucho estando fuera el típico que siempre quiere que la conversación (entre personas de multiples nacionalidades) sea siempre sobre la situación de Venezuela hasta que finalmente se logra su cometido y es de lo que se habla. Personalmente me fastidia la gente egocentrica que todo sea "yo yo yo porque yo" y estoy casi seguro no ser el único. Un saludo :)
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