Ir al contenido principal

Adultos tristes

Últimamente podría parecer que mis artículos son un poco depresivos, pero pareciera que la realidad (y sí, me refiero a lo qe está pasando en Venezuela), me dificulta el mantenerme optimista cada día un poquito más. Sin embargo, como he mantenido desde un principio, la intención de este blog es catarsis mutua; yo me desahogo como si estuviese hablando contigo, ese que está leyendo y poco a poco vamos llegando a una conclusión que ponga luz sobre una posible solución. Sí, suena un poquito loco, pero así más o menos funciono yo.


Hace un par de días comencé a leer sobre un método Hawaiano de resolución de problemas llamado Ho'oponopono. Hasta donde he entendido; éste se basa en que nuestra conciencia se divide en tres partes; de manera similar a una pirámide. Si lo miras desde la base; viene el subconsciente, que controla los impulsos, la consciencia; que vendría siendo algo como nuestra conducta y la última fase es la que permite conectarnos con lo divino, sea lo que sea en lo que creamos. Más allá de lo poco que he aprendido (no es la intención de este artículo venderles el Ho'oponopono, de hecho creo que aún no lo puedo escribir bien del todo); existe una verdad innegable y es que, muchos, aunque intentemos negarlo somos adultos tristes. Pero no me refiero a que todos los adultos sufrimos de depresión o tristeza perenne, sino a que todos en algún momento sentimos que no estamos bien y eso se ha convertido en un común que parece que está contaminando al mundo.

Si usted está leyendo este artículo y considera que me estoy equivocando (si usted es completa y absolutamente feliz sin importar la circunstancia), escríbame el secreto en los comentarios.

Hace algunos días escuché en un programa de radio que el mundo está tan convulsionado (y de manera negativa), es porque vivimos en una sociedad que nos enseñó a perseguir objetos y no sueños. Si recuerdan, hace poco les comenté que a determinada edad, nuestro entorno comienza a exigirnos cosas para darnos una especie de valía dentro de él (casas, carros, trabajos estables, etc;), pero muchos de nosotros no estamos hechos para sentarnos durante ocho horas en una oficina por treinta años de nuestras vidas. Aún así, muchos se quedan con ese precepto digamos por... cobardía de o arriesgarse a algo más, entonces ese sentimiento de frustración al quedarse con la duda de saber qué habría pasado de solo intentar; crea eso que llamo Adultos Tristes.

Yo creo firmemente en que los seres humanos expulsamos una clase de energía que impacta en lo que nos rodea, por eso creo que si llegas de mal humor al sitio contaminas todo lo que tocas, como una especie de virus. Igual funciona si llegas de buen humor y con buen actitud, pero cuando estamos frustrados, no importa cuanto tratemos de disimular nuestro desagrado, este es evidente como la tos o un mal corte de cabello. Todo lo hacemos con desgano, por salir del paso y en algunos casos, lo hacemos mal adrede para que nunca más nos pidan que lo hagamos y tener una excusa para irnos.

Ahora, imaginen esta situación en manos de gente con poder, gente que tiene bajo su cargo a otros, gente cuya responsabilidad es cuidar de otros. Gente que tiene problemas porque su trabajo no los satisface, o no les genera la suficiente remuneración ¿Qué tenemos como resultado de esos adultos tristes? Sistemas ineficientes, organismos incompetentes, gente envidiosa, agresiva... El mundo en que al parecer vivimos.

Tengo la teoría de que todas las emociones negativas como la envidia, la rabia y la frustración... incluso el odio, tienen un mismo origen... el dolor. Cuando algo te duele quieres extirparlo como sea, quieres encontrar el origen y desaparecerlo. Igual funciona con las emociones, pero como no podemos deshacernos de todo lo que nos causa dolor, lo extrapolamos hacia el desprecio o la ira. Cuando algo no funciona como lo quiero, simplemente lo desprecio porque me duele no aceptar que no está funcionando por algo que hice o que dejé de hacer.

Cuando de emociones se trata; el dolor da lugar a la tristeza y la tristeza al sufrimiento. Y el sufrimiento puede canalizarse y disfrazarse de muchísimas otras emociones. Cuando envidio a alguien es porque me entristece no haber trabajado lo suficiente para estar donde esa persona está, cuando lo odio me duele algo que hizo o peor, que yo hice y no me perdono por ello.

Por eso, cuando leí en el artículo de Ho'ponopono que la realidad de nuestro mundo es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros mismos, así creamos que hay cosas que no son nuestra responsabilidad y escapan de nuestras manos; en realidad sí son consecuencias de aquellas decisiones que no tomamos en su momento, de aferrarse a lo que ya debimos haber dejado ir hace muchísimo tiempo, de no querer soltar; quedé muy impresionada de todo lo que puede dañar una mala actitud colectiva. Y no es que me lo contaron, lo vivo aquí, en mi país, a diario. Lo que sucede en Venezuela es una ola de tristeza que se ha canalizado a través del egoísmo y la ira. Que se esparció como un virus incontrolable cuya única cura es mirar por dentro y arreglar en nosotros eso que decimos que está tan mal afuera.

Por supuesto, no es tarea fácil responsabilizarse por todo el mundo, apenas pareciera que podemos con todas las responsabilidades que ser adulto conlleva, pero de todas las cosas difíciles que nos ha tocado enfrentar, si escogiéramos por fin darnos cuenta y tomar control de ese enorme cúmulo de tristeza que llevamos a cuestas e hicieramos algo sobre él, como dejarlo ir, muchas cosas en el mundo cambiarían. Empezando porque podrías comenzar a dormir mejor y llegar a la oficina con mejor actitud o incluso dejar ese trabajo que está matándote para dedicarte a lo que realmente te satisface. Pero implica una cantidad de compromiso que no todos están dispuestos a asumir. Por eso los resilentes son tan pocos.

Cierro entonces diciendo que comenzaré a trabajar en mí esas cosas que tanto me entristecen en mi mundo. Puede sonarles descabellado, incluso iluso, pero siento que vale la pena intentarlo. Si funciona, tendremos menos gente depresiva y triste en la calle... y más gente contenta y realizada con la que valga la pena compartir un café.

Kuro!





Comentarios

Entradas populares de este blog

Todos merecemos un amor como el de Gomez y Morticia Adams

Hace un tiempo, hubo una época en la que muchas parejas se sentían identificadas con Gomez y Morticia Adams. Creo que en esa época lo consideraba una tontería, pero ahora en medio de tantas parejas que se identifican y quieren imitar a parejas tan dañinas (y en algunos casos enfermizas) como Anastasia Steel y Christian Gray o peor, El Joker y Harley Quinn (Gracias, Suicide Squad, de verdad); reflexiono que querer emular a esta ecléctica pareja no es ni tan mala idea.

La friendzone no existe

Sonará un poco agrio y hasta odioso hacer esta declaración de una forma tan directa y descarada, pero yo considero que es algo que debe ser aclarado de inmediato para poder ubicar a unos cuantos en dónde están parados y así servirnos de un mundo mejor. Niñas, niños... La friendzone (o Zona del Amigo) NO EXISTE.

Lo que eres/ lo que son Vs. Lo que quieren que seas/ lo que quieres que sean

Desde que tengo memoria y consciencia sobre mi vida sentimental, siempre me había causado un poco de decepción que las personas que me atraían o me gustaban nunca actuasen como yo esperaba. Debo admitir que no soy de las que recibe flores con frecuencia o tiene fotos muy románticas con su pareja, no sé decir exactamente si fue porque ya quemé esa etapa, o porque las parejas que me han tocado son totalmente opuestas a mi en ese aspecto, entonces llegó un momento en que dejó de importarme.