Tenía mucho tiempo que no escribía aquí. Más de un par de años, la verdad; pero en estos momentos en los que todo lo que tratamos de posponer parece ser lo único que nos mantiene cuerdos volví a este sitio para hacer lo que se me da mejor: ventilar.
Son tiempos muy difíciles e inciertos para todos, y apenas parece que vamos por la mitad del camino. El estado de alarma es permanente y mientras muchos tenemos ese privilegio de estar en casa trabajando o estudiando, muchos quedaron encerrados junto a sus monstruos y otros ni siquiera saben cómo van a enfrentar el futuro después de la pandemia.
Y es que este aislamiento ha puesto a muchos a merced de quizás la peor compañía de todas; su mente. Estar bajo el escrutinio constante de tu propio juicio es agotador, y es que a veces nuestro peor abusador es uno mismo; con el debido respeto y comprensión a aquellos que viven una situación de abuso.
La realidad se ha convertido en el episodio más escalofriante de una novela distópica. Políticos ineptos que niegan la realidad, sobreinformacion, paranoia, antipatía y soledad. Cultivamos estas historias para que no sucedieran y terminaron por volverse nuestro día a día; quedándonos solo los unos a los otros para cuidarnos... Bueno, los que decidieron hacerlo.
Y es aquí cuando en medio de la confrontación conmigo misma me di cuenta que cada una de las elecciones que decidimos hacer o no hacer en colectivo nos llevaron a este punto. Nos condujeron a este momento en el que solo tenemos lo que vamos a hacer HOY porque mañana no sabemos.
Este año ha puesto a prueba nuestra resiliencia como especie de maneras que no creí ver. Nos han hecho mirar hacia el otro, acercarnos en comunidad, hablar con los vecinos, con nuestros padres, con nuestros amigos, cuestionar lo que hemos considerado que debía ser. Incluso nos ha obligado a mirar al abismo, como decía Nietzsche; a enfrentarnos con lo más negro de nuestra humanidad.
No quise hacer este artículo sobre mi, porque pienso que no es el momento para hablar de mi, sino para recopilar las historias, las anécdotas, las experiencias que he leído, esas cosas que los demás han descubierto en si mismos. Las parejas fortalecidas y las que descubrieron que no están hechas para ser. Los que temen por el futuro y los que encontraron en la bruma la respuesta a "¿Y que estoy esperando?". Los que no saben cómo harán mañana para abastecerse y los que les han tendido la mano. Las empresas que sí se consideran familia y para las que solo somos un número en una nómina. El futuro será el resultado de lo que decidimos hacer en este episodio negro cuyo final aún no está escrito.
Carlix.
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