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Lo peor no es que te tomen por tonto, es que lo den por sentado

Ser adulto es posiblemente una de las cosas más divertidas, y al mismo tiempo más malditamente infelices que hay. Cuando uno es niño los ataques de sinceridad son vistos como una gracia, los padres - algunos, no todos- aceptan que uno no quiere ver a nadie y le ceden su espacio y su tiempo. Sin embargo, al crecer, uno se llena de convencionalismos, del tipo "debes ser diplomático porque en el medio en el que te desenvuelves todo se basa en las relaciones" "debes ser responsable" "debes ser cauteloso" "no digas esa opinión en voz alta" y otro montón de etcéteras que resuenan en la boca de todos como la canción de moda. Sin embargo, y por muy en desacuerdo que uno se encuentre con estas prácticas, las tiene que aplicar porque... bueno, es parte de "ser adulto".
Cuando uno es realmente tolerante y cordial (aunque suene inmoral viniendo de un artículo que maldice el día en que me convertí en un "adulto funcional"); es inevitable que ciertas personas lo tomen a uno por ingenuo o inocente, simplemente porque deja correr ciertas cosas que, aunque no nos gusten, no consideramos motivo de peso para armar una disputa.  Como dice el célebre refrán venezolano "El problema no es que te tomen por guevón, es que estén plenamente seguros de ello".

Desde que me desenvuelvo en este medio (la radio, el freelancing, los blogs, YouTube, etc), me he encontrado con todo tipo de gente, con todo tipo de perspectivas y todo tipo de actitudes; algunas de ellas bastante irritantes puesto que no encajan en ningún punto con mi código moral o las cosas que me enseñaron mis padres. Esto no quiere decir que sea prejuiciosa, al contrario, acepto a todas las personas independientemente de lo que estas crean o practiquen, pues soy partidaria de que la gente debe hacer lo que la haga feliz, lo que le guste y lo que disfrute siempre y cuando no implique maltratar a otros de manera premeditada. Aclarado esto, pienso que hay personas que son muy cómodas, esas que creen que uno está en una posición "privilegiada" al estar involucrado directamente en ciertas cosas (como el evento de animé que organiza mi novio), y eso les puede servir de trampolín para saltarse los protocolos. Un caso muy puntual es de la persona que escribe por privado para valerse de que uno es el contacto para obtener entradas primero que el resto, o inscribirse en los concursos antes de que estos siquiera estén abiertos... Se pueden aclarar los puntos y dejar esto pasar un par de veces, pero a la tercera, cuando has agotado todas tus palabras amables, es inevitable sonar como un pedante al explicarle de forma muy tajante a esa persona que el que te tenga agregado en una red social no lo convierte automáticamente en tu amigo. Y aunque así lo fuera, hay normas que no se pueden saltar, ni siquiera por el bien de la amistad; siendo una de ellas, tu trabajo.

Todos hemos pasado por cosas así independientemente de nuestro entorno, si trabajas en un banco, en un supermercado, como diseñador, en un bufé de abogados, sea donde sea. Todos quieren consultas gratis, todos quieren saltarse la fila, todos quieren que tu sirvas de puente... ¿pero que ocurre cuando de verdad ya no puedes hacerlo más? ¿Cuando tu código moral dice que no es correcto y toca decir que no? Bueno, ese día te convertiste en el ser más detestable del mundo y eres el vástago de Hitler y satanás.

El que existen personas que sean gentiles y cordiales, no quiere decir que son tontas o que se puede hacer de ellas un saco y meterse dentro. A mi, en lo particular, nunca me ha gustado la polémica, el conflicto ni la controversia. No me gusta que se me use para apoyar algo que va contra mi código moral, por eso me he retirado de empleos y me he "enemistado" con varias personas. No puedo apoyar algo con lo que no estoy de acuerdo, no me nace, el espíritu -si existe- no me da para ello.

Sin embargo, algunas personas entienden esto como una declaración de pasividad. Como una actitud ingenua que implica que se puede presionar y presionar a la presa y que esta no va a reventar. Nada más lejos de la realidad. El que una persona deje pasar un par de veces una ofensa, no quiere decir que puedes seguir haciéndolo... es simplemente que esa persona no considera necesario armar un drama, pero si presionas demasiado es posible que te diga algo y no en el mejor tono. 

Por ende, y quizás porque vivimos constantemente en un mundo donde las conexiones se hacen cada día más importancia, las personas que son sinceras en el extremo, e incluso aquellas que son un poco retraídas, son un poco amargas o se sienten solas... porque siempre que dejan correr lo que les molesta son tomados por idiotas, pero el día que se molestan en serio y explotan, son maleducadas y pedantes... Pero nadie se pregunta que hizo para alborotarle la lengua "al guevón ese"...
Carlix...

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